¡Un millón de chicas matarían por este trabajo! Esto es lo que le repiten día sí día también a la pobre Andrea, que quería ser redactora del New Yorker pero acaba de de ayudante de la detestable Miranda Priestly, directora de la revista de moda Runaway, menuda bruja despiadada! Ella dicta la moda en las pasarelas más importantes del mundo y con un simple fruncimiento de labios un diseñador es capaz de cambiar toda su colección. Todo el mundo está al son de lo que Miranda Priestly quiere y nadie nunca jamás le lleva la contraria.

Las aspiraciones de Andrea son mucho más que trabajar en una simple (aunque muy importante) revista de moda, pero le prometen que si trabaja un año allí como ayudante de Priestly, podrá trabajar en el periódico que ella quiera y cumplir su sueño. Vale la pena, o no…?
¿Conseguirá aguantar los malos tratos de Miranda?¿ El novio de Andrea soportará una y otra vez sus ausencias? ¿Está preparada para dejar de tener una vida? No os voy a desvelar nada, sólo os diré que lo leí hace mucho tiempo y recuerdo que me lo pasé genial.
De esta novela también se ha hecho la adaptación cinematográfica, con el mismo nombre, donde Meryl Streep interpreta a Miranda y Anne Hathaway a Andrea. Es bastante fiel al libro aunque, como siempre, se dejan muchas cosas por el camino. Personalmente no veo a Hathaway en el papel de Andrea pero todo son gustos.
Os dejo con el tráiler de la película y con la sinopsis del libro.
Sinopsis:
La insistente voz de Miranda Priestly persigue a Andrea hasta en sueños: «¿An-dre-aaa?, ¡An-dre-aaa!». ¿Es éste el trabajo con el que soñaba al salir de la universidad? ¿Es éste el trabajo por el cual tiene que estar agradecida y sentirse tan afortunada? Sí, es la nueva asistente personal de Miranda, la legendaria editora de la revista femenina más glamourosa de Nueva York. Ella dicta la moda en el mundo entero. Millones de lectoras siguen fi elmente sus recomendaciones; sus empleados y colaboradores la consideran un genio; los grandes creadores la temen. Todos, sin excepción, la veneran. Todos, menos Andrea, que no se deja engañar por este escaparate de diseño y frivolidad.