Me gustaría empezar con el primer libro que leí clasificado dentro del género chick lit, Rachel se va de viaje, de Marian Keyes.
Fue hace muchos años y mi memoria no destaca por su gran capacidad que digamos, pero me hace ilusión empezar por una historia que tanto me hizo reír como llorar con una intensidad que nunca antes me había hecho sentir un libro.
No os voy a explicar toda la historia porque no quiero chafar el final a nadie que no lo haya leído, pero si que voy a hablaros un poco del libro y lo que me pareció.
Por supuesto, cualquier comentario será bienvenido y me encantará compartir opiniones con tod@s vosotr@ .
Rachel es una chica que “juega con las drogas” como pasatiempo, hasta que un día se despierta en un hospital psiquiátrico después de que una sobredosis casi se la llevara al otro mundo.
Rachel es una chica que “juega con las drogas” como pasatiempo, hasta que un día se despierta en un hospital psiquiátrico después de que una sobredosis casi se la llevara al otro mundo.
Es increíble todo lo que llega a transmitir esta historia, en ella hay matices cómicos con un tono irónico pero también hay muchos momentos duros en los que Rachel realmente llega a transmitir muy bien al lector todo lo que llega a sentir.
Me gustó por sus momentos de realismo y porque nunca llega a ser una típica historia superficial que al final no te aporta nada.Hace no mucho, descubrí que en esta historia se refleja una de las etapas de la vida de Marian Keyes, ex alcohólica declarada.
Para acabar, este es el segundo libro de la saga de las hermanas Walsh, lo curioso es que yo no lo supe hasta mucho después y me leí los libros sin ningún orden en particular, aquí os dejo la sinopsis:
Rachel es una entusiasta consumidora de drogas «recreativas». Según ella, no por adicción sino por pasatiempo. Al fin y al cabo, hoy día, ¿quién no toma de vez en cuando un ácido, una raya o unas pocas pastillas? ¿Qué mejor para olvidar las tensiones del trabajo y disfrutar un rato de la vida? Pero, en una de esas, se le va la mano, y tras una noche de excesos se atiborra de tranquilizantes para dormir a pierna suelta y empezar fresca una nueva jornada laboral. Para su sorpresa, a la mañana siguiente no despierta en su habitación sino en la cama de un hospital, después de un lavado de estómago y a punto para ingresar una temporada en una peculiar clínica de rehabilitación.
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